Hay que reconocer que uno se lleva un chasco enorme cuando se da cuenta de que se han terminado las galletas. Pero lo peor de todo no es eso, sino ver que la caja sigue ahí vacía.
Hay que reconocer que uno se lleva un chasco enorme cuando se da cuenta de que se han terminado las galletas. Pero lo peor de todo no es eso, sino ver que la caja sigue ahí vacía.