Los recogepelotas de Roland Garros se lo curran mucho. Por eso no es de extrañar que terminen destrozados después de cada partido. Sin ellos el tenis no existiría.
Los recogepelotas de Roland Garros se lo curran mucho. Por eso no es de extrañar que terminen destrozados después de cada partido. Sin ellos el tenis no existiría.