La pared de esta calle de Seattle, concretamente del Market Place, se fue llenando de chicles a partir de la década de los 90, cunado la gente tenía que hacer cola para comprar entradas para ir al teatro. Pese a que en un principio los empleados iban retirándolos, finalmente, en 1999, se quedaron ahí para siempre y se convirtieron en un atractivo más para la ciudad.