Hoy me levante temprano, me puse los calzoncillos largos, me vestí con calma, me tomé un café, agarre mis cañas de pescar, me fui silenciosamente al garaje, puse las cañas en el maletero del coche y procedí a sacarlo del garaje bajo una lluvia torrencial. Estaba toda la calle inundada y el viento gélido soplaba a una fuerza sobrenatural. No era un buen día para salir a pescar.
Por lo que decidí volver a guardar el coche en el garaje, puse la radio y me enteré de que el mal tiempo iba a durar todo el día. Entré de nuevo en mi casa, me desvestí silenciosamente y me deslicé dentro de la cama.
Despacito me acurruqué contra la espalda de mi mujer, puse mis manos en sus pechos y le susurré al oído: «El tiempo afuera está horrible».
Ella me contestó medio dormida:
Ya lo sé. ¿Te puedes creer que el gilipollas de mi marido se fue a pescar al lago?
Nota: El mismo chiste se puede aplicar a todos los que madrugan, tanto a los salen a jugar al golf de buena mañana, deportistas salen a correr temprano o ciclistas.