Lesionarse en un partido de fútbol es tener mala suerte, aunque todavía es de tener más mala suerte que uno de los que llevan la camilla se caiga encima tuyo para rematarte.
Lesionarse en un partido de fútbol es tener mala suerte, aunque todavía es de tener más mala suerte que uno de los que llevan la camilla se caiga encima tuyo para rematarte.