Ya es mala suerte que en el día de tu boda se pinche una rueda del coche. Todavía peor es que te acabes de casar con alguien que ni sabe cambiarla ni está dispuesto a llamar al seguro.
Ya es mala suerte que en el día de tu boda se pinche una rueda del coche. Todavía peor es que te acabes de casar con alguien que ni sabe cambiarla ni está dispuesto a llamar al seguro.