En el mundo hay muchas personas que conducen y tienen licencia para ello, pero muy pocas con dos dedos de frente para ponerse al volante de determinados coches. La adrenalina les juega una mala pasada.
En el mundo hay muchas personas que conducen y tienen licencia para ello, pero muy pocas con dos dedos de frente para ponerse al volante de determinados coches. La adrenalina les juega una mala pasada.